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Un homenaje para el Gran Prestigitador de las Palabras, como prometer una cosa y la contraria salir con bien y ser aclamado como ídolo de masas

jueves, 13 de mayo de 2010

Montilla y el Catalán

Me sabe mal que crítiquen a Montilla por imponer a los demás lo que él puede rechazar comprándolo. Lo del colegio privado alemán es algo que se sabe desde hace no sé cuántos años. Lo mismo que el uso de chuletas cuando tiene que firmar en los libros de honor de ayuntamientos, ferias de ganado y otros eventos.

El caso es que aquí en Catalunya no se puede elegir libremente y gratis en algo tan esencial como la educación, por ello que a un pobre hombre al que obligan a comportarse como un fanático decida que no quiere para sus hijos lo que quiere para los hijos de los demás, disgusta un poco, enfada lo mismo que si se pudiera elegir, pero entonces la cosa sería más llevadera.

Sobre los años que ha pasado Montilla en Cataluña sin aprender catalán o sobre el hecho de que el PSC haga nacionalismo con los votos de los no nacionalistas o de que el PSC no es ERC, es mucho peor.


Y es que lo que puede parecer una contradicción o un gesto de cara dura, no lo es en absoluto. Lo que le pasa a Montilla es que tiene los medios para que sus hijos sean los gobernantes del futuro, que de eso va esto. El problema es que los hijos de los dirigentes políticos, especialmente los socialistas y nacionalistas, reciben una educación que sus padres no quieren para los hijos de los demás, se trata de profundizar en el abismo cultural para generar una nueva casta política, bien preparada y una masa analfabetizada, conviene una lectura detallada del libro '1984' de George Orwell, se podrá establecer un paralelismo bastante asombroso.

En el fondo, lo que quiere Montilla es que sus hijos sepan hablar y escribir en castellano y en catalán, y si puede ser en inglés, ya que están, si aprenden otro idioma, pues mucho mejor. Así podrán elegir; podrán elegir estudiar en el extranjero, hacer un máster aquí o allá, presentarse a oposiciones y optar a plazas de la Administración General del Estado o de cualquier autonomía, incluidas las de la Generalitat, claro. Si tienen la mala idea de ser abogados, podrán ejercer en Madrid o en Zaragoza, y lo mismo si son periodistas.

En cambio, el hijo de un votante de Montilla, por el detalle sin importancia de que en su inmensa mayoría no pueden pagarse el famoso colegio alemán, digamos que tiene su campo un poquito limitado. En definitiva, lo que quiere Montilla para sus hijos es que tengan una educación diferente y superior a la de los demás y que eso sea una ventaja.


Los que ahora pretenden crear una élite llegaron al poder sin más mérito que ser funcionarios de partido. Veremos qué les pasará a los hijos de Montilla, preparados a tope, cuando se encuentren con un Montilla, con un Pepe Blanco o con un Nacho Uriarte.

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